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26 feb 2009

El corazón rojo de Australia

Australia no deja de sorprendernos y cuando creíamos que nada más podía impresionarnos llegamos a su desierto, una zona semiárida que parecía no tener fin. Miraras donde miraras sólo podías apreciar un horizonte interminable, con un color rojizo característico de esta zona de Australia.



Lo primero que nos atrajo de Alice Springs, punto de partida hacia Uluru (la roca más grande del mundo), The Olgas y Kings Canyon, fue el lugar donde nos quedamos a pasar la primera noche antes de salir de tour por el desierto. Era un backpacker, pero lo mejor es que la habitación era una caravana, como explicamos en la anterior entrada.

Al día siguiente hubo que madrugar, a las 6 de la mañana nos pasaron a buscar y partimos rumbo a la aventura en el desierto.

The Olgas fue la primera parada, una serie de rocas que parecían cabezas, de ahí que los aborígenes llamaran a este parque nacional Kata Kjuta, que significa “muchas cabezas”. Lo más interesante es que el sistema de conteo de los aborígenes no es muy extenso que digamos, ya que después de 1, 2 y 3 no va el 4, sino muchos…




El recorrido lo tuvimos que hacer acompañados por cientos de moscas. Por eso, nos compramos esa especie de red para la cara, una de las primeras recomendaciones que te hacen nada más pisar el desierto australiano. Y después de ver las miles de moscas que vi y cómo te perseguían, lo entiendo. En este lugar también empezamos a hacer amistad con la fauna del lugar como este curioso reptil.


Y llegó la noche y el momento de dormir, pero ¿quién nos iba a decir a nosotros que íbamos a pasar la noche a la intemperie en medio del desierto? Yo que pensaba que dormiría en una tienda de campaña, pues no! Tuvimos que dormir con saltamontes gigantes, bichos que nunca había visto en mi vida y con los aullidos de los dingos como melodía de fondo. Aunque al final valió la pena, nunca habíamos visto un cielo como el que vimos esas 2 noches, una experiencia inolvidable! Y muy recomendable, pese al miedo inicial. Por cierto, esa especie de saco donde dormimos se llama “swang” y es muy típico aquí.



Al día siguiente, madrugón, a las 4 de la mañana!!! Para ver el amanecer desde Uluru, un lugar sagrado para los aborígenes y mágico para todo aquel que lo visita y se adentra en su historia y su significado. No importaba no dormir, la imagen lo dice todo…




Después, pudimos incluso escalarlo, aunque a los aborígenes no les agrada demasiado, dado su significado espiritual y sagrado.

También encontramos pinturas rupestres en una antigua escuela aborigen situada en una de las cuevas de la roca, donde enseñaban a los niños como señalizar por ejemplo las zonas de agua, para lo que tenían que dibujar una espiral. También les enseñaba la historia de su propia tribu.

Al día siguiente, otra vez a las 4 de la mañana para ver el Kings Canyon, un oasis en medio del desierto, ya que, además de las formas naturales de las rocas que simulan casas, llegamos, después de 3 horas de caminata, a una laguna natural en medio del desierto y entre paredes de roca de cientos de metros de altura. Por supuesto, no pudimos dejar de probar sus aguas, frías, muy frías! Increíble que esto exista en una zona tan árida y seca como ésta.




Y bueno, resumidamente esa fue nuestra aventura por el desierto. Ahora nos encontramos en Nueva Zelanda, de la que tenemos muchas cosas que contar… pero eso será en la próxima entrada.

Saludos para todos!!

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